Apareció niña mapuche extraviada

Habla madre de menor extraviada en Chillán.

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Martes 20 de septiembre de 2005.

Lo que parecía iba a ser un “18” triste para María Eugenia Ferrada, se transformó en alegría el sábado por la noche, cuando esta jefa de hogar supo al fin el paradero de su hija de dieciséis años, Fabiola Mariqueo, quien había desaparecido el pasado martes 13 por la mañana, cuando se dirigía desde su hogar, en la Población Vicente Pérez Rosales, hasta la Escuela Especial Las Acacias. La menor, quien presenta una deficiencia mental moderada, permaneció durante cinco días en la casa del ex cuñado de su madre –dirección que ella conocía-, en el sector Ultraestación, hasta donde llegó por sus propios medios, horas después de dejar su hogar. Sin embargo, dice su madre, hubo un lapso en que nadie sabe dónde estuvo la menor. “Compañeras de colegio dicen haberla visto en una casa del sector, razón por la cual di aviso a Carabineros e Investigaciones. Incluso, se detuvo a una persona, pero después la policía determinó que no había evidencia de que la niña haya estado allí. Es muy raro, porque ella me dice a mí que sí estuvo en ese lugar”, contó la señora María, un poco más relajada luego del calvario que vivió. Ella, junto a su hermana y algunas vecinas, prácticamente dejaron los pies en la calle buscándola. A pesar de su condición, Fabiola siempre demostró tener sentido de la orientación, y conocía perfectamente el camino desde su casa hasta la escuela. “Habíamos pensado en la posibilidad de que estuviera en la casa de mi ex cuñado, pero no fuimos ni llamamos. El dijo que la encontraron en la calle, jugando, y que no habían avisado antes porque temían que nosotros nos enojáramos, pero imagínese, a mí en esos instantes sólo me interesaba encontrar a mi hija”, dijo. EXAMENES. Durante toda la semana pasada, la señora María pegó carteles y tocó puertas para pedir ayuda, pero nada daba resultados. “Yo sentía que me iba a volver loca; perdí la noción del tiempo, y más encima, tenía que cuidar a mi papá enfermo”, afirmó esta asesora del hogar, quien trabaja todos los días, de 9 a 14.30 horas, mientras sus hijos están en el colegio. Una realidad que viven muchas mujeres chilenas, y que en este caso, se multiplica, ya que cuando la señora María sale, debe dejar su vivienda con llave, para evitar que Fabiola, o sus otros tres hermanos, salgan a la calle, ya que dos de ellos también presentan deficiencia mental y la más pequeña, problemas de lenguaje. Pero a la satisfacción de encontrar a su hija con vida, sobrevino la duda. “Ya hicimos el trámite de constatar lesiones, y gracias a Dios, al parecer, no le pasó nada. A pesar de eso, mañana (hoy) se le hará un examen en el Servicio Médico Legal, para mayor tranquilidad”.

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