
Solange Domínguez
4 de oKtubre, 2005
Animadores Óscar Solís Choque,
Hanny Heva Atán y
Cristian Choque
En este encuentro que reunirá a las generaciones venideras de los pueblos ancestrales, no sólo los niños participarán debatiendo sobre su cultura, sino además, algunos de ellos, tendrán una labor de conducción de este encuentro. Ese es el rol de los animadores, quienes serán representantes y voceros de la infancia de sus pueblos.
La palabra de los niños ha sido convocada en la Región Metropolitana. Y esa palabra, se hará oír desde el presente venidero que significan los niños para sus pueblos. Dentro de todos los preparativos para recibir a las delegaciones que llegarán desde todo el país, hay un grupo que ha tenido una preparación diferente: ensayos ante el micrófono o una cámara repasando ideas y aprendiendo la agenda de esos días. Son los animadores del Congreso, quienes cumplirán el rol de conducir las jornadas de este encuentro y ser los voceros ante los medios de comunicación.
Los animadores son niños descendientes de los pueblos mapuche, aymara y rapa nui. De alguna manera, ellos transparentan el significado que tiene este tipo de encuentros para los niños. En esta ocasión, será posible oír a una representante rapa nui y a dos pertenecientes al pueblo aymara.
Hanny Heva Atan Concha, es rapa nui y tiene 15 años. Para ella estas instancias son fundamentales, no sólo para reafirmar su cultura, sino para empaparse de la que poseen los otros pueblos presentes. “Aparte de mostrar mi cultura aprendo de las otras que también pertenecen a mi país. Encuentro que es muy lindo porque sino existieran estos encuentros, quizás no habría mucho contacto entre los niños de otras culturas y la mía”.
Esto lo confirman CristiAn Choque y Oscar Solis Choque, ambos aymaras de 16 años. Cristián considera que esta es la oportunidad de dar a conocer la historia de su pueblo: “Eso es lo que me interesa, que los demás sepan, por eso me fui integrando más al Congreso. Ahora quiero que todos sepan lo que pasó y los derechos que tenemos los indígenas”. En relación a esto último agrega que ese es uno de los temas más importantes: “A mí lo que me gusta es que se den a conocer a los niños los derechos y beneficios que tienen, porque muchos de ellos están creciendo”. Para Oscar esta es una oportunidad de compartir los conocimientos que tiene sobre su cultura: “Yo le puedo enseñar a los que no son aymaras varias cosas, por ejemplo el saludo”.
Además, hay otro aspecto que ellos destacan: la valorización del rol de los niños. En este sentido Hanny afirma: “Quizás con esto se le está tomando más importancia a los niños, porque antes no habían instancias para que nosotros nos pudiéramos expresar. Me gustaría que con esto se dieran cuenta de los que pensamos y que también se fijen que nosotros somos el futuro. Que nos apoyen y escuchen lo que estamos pidiendo y lo que queremos”. En continuidad con esto, Oscar recuerda la responsabilidad que las personas y las entidades gubernamentales tienen de apoyar estos encuentros y posibilitar que sigan en el tiempo: “Lo único que podemos necesitar es el apoyo de todos los chilenos”.
En cuanto a las expectativas en torno a este encuentro, Cristian y Oscar concuerdan en que esperan que estas iniciativas sirvan para que más gente se reconozca indígena. Incluso Oscar hace un llamado: “Si hay gente de cualquier pueblo que se integre a nosotros porque nosotros lo vamos a apoyar”. Además Cristián espera que esta sea una oportunidad para dejar de temer el reconocerse indígena: “Que se integre más gente que sabe que es indígena y que tiene pudor a integrarse, porque mucha gente no se siente orgullosa de ser indígena por toda la discriminación”.
Y ellos dan el ejemplo, pues se reconocen, con alegría, pertenecientes a los pueblos originarios y no lo ocultan. Oscar participa en una organización y Cristián dice que a todos sus amigos les cuenta que es aymara y se siente orgulloso de pertenecer a un pueblo ancestral: “Lo que a mí me da orgullo es eso, que ellos estuvieron acá, muchos años atrás, eso me da orgullo”. Hanny, por su parte, cree que el conocer sus raíces le permite tener otra actitud ante la vida: “Para mí es un honor ser rapa nui, pertenecer a una etnia. Es importante porque yo sé lo que soy, sé a lo que pertenezco y eso es algo que me ayuda a estar segura de mí misma porque sé mis raíces, mis bases”.
Este reconocimiento también implica el luchar por la permanencia de sus culturas. Hanny Heva afirma, que los niños tienen un rol en el futuro de sus pueblos: “Somos el futuro. De nosotros depende que no se pierda la cultura. Si bien el rol de la gente más adulta es pasarnos su sabiduría, el de nosotros es llevarla a cabo, no dejar que se pierda”.
Como adolescentes, también reconocen la responsabilidad que tienen como difusores de su cultura a los más pequeños. Oscar sentencia: “Los jóvenes tiene que ayudar a los niños”. Para Cristián, es un deber que los niños sepan su origen, pues él sólo hace dos años supo que era aymara y siente que fue tarde. Por eso siente un gran compromiso: “La responsabilidad es que los hijos de los hijos sepan que fueron indígenas, que sea como una herencia”. Incluso se proyecta y sostiene que sus hijos y nietos deberán conocer su origen, aunque sea a través de un libro. Incluso considera como un anhelo el que un día un niño se acerque a preguntarle por su cultura y él pueda explicar la historia y las huellas que han dejado.
Hanny, Cristian y Oscar son niños que se reconocen descendientes de las culturas ancestrales. Poseen una visión clara de sus pueblos y la llevan a sus futuros. Se sienten orgullosos de su origen, quieran aportar al reconocimiento, a terminar con la discriminación. En sus ojos se ve la certeza de sus raíces y tienen la sonrisa de un porvenir, una sonrisa dedicada a sus pueblos. Son las nuevas generaciones, son el testimonio futuro de la realidad y presencia de las culturas originarias.
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