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23 de diciembre 2014
Cineasta y periodista.
“Todo lo que tiene que ver con
Víctor Jara en Chile, está clausurado”. Cuando escuché esta frase se me heló la
sangre, me quedé mudo un instante, el pensamiento se me fue a negro. Luego me
di cuenta de que era algo de lo cual yo mismo había sido testigo, pero que,
hasta ese momento, no había calibrado la gravedad y profundidad de su
significado. Lo confirmó estos días la propia Joan Jara, viuda de Víctor, en
entrevistas radiales.
Efectivamente, a la clausura
permanente del Estadio Víctor Jara se sumó el año pasado la clausura del Galpón
Víctor Jara y por añadidura la sede de la Fundación Víctor Jara. Todas estas
clausuras tienen distintos caminos e historias pero están unidas por un mismo
factor, el factor administrativo, es decir, son medidas adoptadas por la
autoridad en función de la carencia de permisos municipales o semejantes, como
la recepción final de la obra. O sea, no podría alegarse intencionalidad
política alguna. ¿O sí?
Vamos por parte. El Estadio Víctor
Jara recibe este nombre en el año 2004 (antes se llamaba Estadio Chile) como un
reconocimiento a la memoria del cantautor, pues en ese lugar fue asesinado
junto a Littré Quiroga, y muchos otros que aún permanecen como Detenidos
Desaparecidos, en los días posteriores al Golpe de Estado de 1973. Es decir,
transcurridos 31 años de su muerte, se le reconoce al estadio su identidad
testimonial y se le otorga la condición simbólica de memorial. Sin embargo,
nunca se ha constituido como tal, es decir, un Sitio de Memoria que pueda ser
reconocido por los habitantes y visitantes de Santiago, con un espacio
acondicionado para esa memoria y un circuito que dé cuenta de lo que allí
ocurrió cuando el Ejército de Chile lo transformó en un campo de concentración
de prisioneros políticos. Por el contrario, el estadio lleva años cerrado a las
actividades culturales tales como conciertos musicales, festivales, etc.
Tampoco puede desarrollarse actividad deportiva con público. Es decir, es un
edificio que ha podido resistir a la demolición y las presiones inmobiliarias
solo gracias a la lucha de la Fundación Víctor Jara, que permitió declararlo
Monumento Histórico de la región Metropolitana.
Todos los lugares y edificios que
tienen que ver con Víctor Jara están clausurados porque, en síntesis, no
cuentan con la recepción final de obras que los municipios demandan. ¿Alguien
sabía que son cientos los edificios de Santiago que mantienen la misma falencia
y que siguen funcionando, entre ellos el propio Estadio Nacional, en donde
juega la Roja? Eso se llama voluntad política, aquello que ha faltado para
resolver los problemas administrativos que la normativa requiere, normativa que
se ha transformado en la excusa perfecta para mantener a Víctor clausurado.
El estadio solo abre sus puertas
cada invierno para recibir a las personas en “situación de calle”, como se les
dice ahora a los mendigos (para tratar de dignificar su situación, dicen), y se
convierte en albergue. Hay que decir que no hay lugar más frío e inhóspito que
los pasillos del estadio en donde amontonan a las personas simplemente para que
no se mueran de frío en el exterior. Este paliativo bien podría dar paso a una
solución más digna y permanente para todas esas personas, que requieren ser
tratadas como tales y no como ganado mal estibado. De cualquier forma el
estadio sigue ofreciendo condiciones ideales para realizar actividades
artísticas, culturales y deportivas, si la voluntad política así lo decide. Es
cierto que deben desarrollarse inversiones para acondicionar el lugar, pero
serían recursos bien invertidos, con una “rentabilidad social” (para ponerlo en
términos que los economistas entiendan) enorme. La remodelación del estadio y su
entorno podrían darle un nuevo aire al centro sur poniente de la capital,
generando una nueva plaza pública de reunión familiar y ciudadana que sería
bienvenida por el pueblo, un pueblo que ama a Víctor a lo largo y ancho del
territorio.
El Galpón Víctor Jara, ubicado en
el barrio Brasil, frente a la plaza del mismo nombre, fue inaugurado para el 70
aniversario del nacimiento del cantautor, el 28 de septiembre del 2002. Para
lograrlo se arrendó (hasta el día de hoy) un sitio baldío y se construyó una
estructura tipo galpón y se le dotó de equipos de sonido, escenario e
iluminación, una inversión a cuenta exclusivamente de la familia de Víctor,
especialmente de Joan, su viuda. Por allí pasaron y también se formaron
artísticamente, un sinnúmero de bandas y cantautores, entre ellos Chico
Trujillo, Juana Fe, Banda Conmoción, entre muchísimos otros. Además, era el
único lugar de esas características en Santiago en donde se podía ir a bailar y
escuchar cueca en vivo. Pese a todo este aporte cultural y artístico que duró
más de 10 años, el Galpón fue clausurado nuevamente por cuestiones
administrativas municipales, y finalmente fue la Corte Suprema la que, con un
fallo relámpago y sorpresa, acogió la demanda de un vecino. Las justificaciones
oficiales son diversas, pero todas falsas. Fueron años luchando contra la
burocracia municipal sin resultados, que culminaron en una decisión inapelable.
La Fundación Víctor Jara, ubicada
al lado del Galpón, también en arriendo hasta hoy, y siendo parte de la misma
propiedad o edificio, fue asimismo clausurada por la misma orden judicial. Sin
embargo, la Fundación sigue funcionando en su interior, reinventándose y
buscando nuevos caminos para continuar su labor, que no es otra que preservar y
difundir algo que a estas alturas es patrimonio de todos los chilenos: la
enorme obra artística y moral de uno de nuestros más grandes artistas, como es
Víctor Jara. ¿Por qué entonces, si Víctor es un patrimonio de todos, la familia
debe caminar en solitario con la pesada carga, sin siquiera recibir apoyo y,
más aun, viendo obstaculizado su andar? ¿No es hora de reaccionar y poner las
cosas en el lugar en donde deben estar?
Para finalizar, un último dato.
Todos los lugares y edificios que tienen que ver con Víctor Jara están
clausurados porque, en síntesis, no cuentan con la recepción final de obras que
los municipios demandan. ¿Alguien sabía que son cientos los edificios de Santiago
que mantienen la misma falencia y que siguen funcionando, entre ellos el propio
Estadio Nacional, en donde juega la Roja? Eso se llama voluntad política,
aquello que ha faltado para resolver los problemas administrativos que la
normativa requiere, normativa que se ha transformado en la excusa perfecta para
mantener a Víctor clausurado.
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