Recién a fines del siglo XIX y principios del XX la etnología y la incipiente ciencia misionológica llevaron a tomar en consideración cada vez más la cultura e ideología de los pueblos de misión.
Para entonces ya se había perdido la independencia política de los mapuches, y se había iniciado el proceso de su chilenización que les hacía mirar su cultura autóctona y hasta su propia lengua como inferiores a la española. En este punto entran a la escena los capuchinos bávaros. Por otra parte, ellos desde el principio debieron preocuparse de evangelizar en esa lengua, pues solo el decenio anterior había sido completada la anexión efectiva del territorio de Araucanía al patrimonio de la República. Y los mapuches de la faja de cordillera a mar entre los ríos Cautín-Imperial y Toltén se habían mantenido territorialmente autónomos, segregados y herméticos, con un alto porcentaje que solo sabía un mínimo castellano o hablaba exclusivamente el ‘mapuche dungun’.
Evidentemente a unos misioneros europeos había de costarle bastante acomodarse al pueblo mapuche. Se hacía necesario que alguno de ellos se ocupase de hacer más comprensible a la mente alemana el modo de pensar de los aborígenes. Los estudios lingüísticos hechos por los hermanos Félix Kathan, Sigifredo Schneider, Ernesto Wilhelm y Sebastián Englert tenían esta finalidad. Ellos y otros como fray Esteban y el futuro obispo Guido, lograron gran facilidad para hablar su lengua, incluso fray Donato dejó ensayos gramaticales de valor científico, pero que no alcanzó a publicar. Todos los años se hacía cursos de mapuche a los misioneros, pero los de las estaciones sureñas nunca tenían necesidad de hablarlo, con lo que no lo aprendían, careciendo así del conocimiento suficiente para poder ser trasladados sin más a una estación del norte. El Prefecto se quejaba repetidas veces de esto.
Tras seis años de trabajo fray Félix tuvo lista para la imprenta su Gramática Araucana, que de inmediato fue muy bien recibida por el ambiente científico. El Dr. Rodolfo Lenz araucanista de la Universidad de Chile emitía el siguiente informe: "No puedo admirar bastante el éxito con el cual el autor ha comenzado y terminado su tarea. En su gramática trata todo lo necesario, no sólo con agudeza científica, sino que dándole una forma pedagógica que la hace práctica para todo el que quiera en adelante aprender la lengua primitiva de Chile. No recuerdo hasta hoy haber visto una gramática de una lengua americana tan completa y tan acomodada a las exigencias científicas como la gramática del padre Félix. Yo creo qué, esta obra es una verdadera gloria para Chile." En vista de este informe el Gobierno pagó $ 5.000 como premio, para los gastos de la edición que se completó en 1903.
Con este motivo el Prefecto Burcardo escribía en una Circular: “Para preparar un camino, al Espíritu Santo en el corazón de aquellos que Dios y la Santa Sede han confiado a nuestro cuidado espiritual, es urgentemente necesario que todos los Misioneros sepan hablar el araucano. Para facilitar su aprendizaje os hemos enviado la gramática recién editada del hno. Félix. La Sede Apostólica así lo ordena en varios decretos”. Con esta obra quedó consagrado el hno. Félix a la lengua mapuche; se trasladó a San José y fue en adelante el maestro de la lengua originaria para los nuevos misioneros; pudo también continuar dando a luz una y otra obra utilísimas para ellos. El P. Burcardo ya en 1899 había estado seis semanas con él para aprender ese idioma, y fray Francisco Valdés, primer chileno, luego Obispo, la estudió con él en S. José y escribió: fue para mí una dicha y un honor tener por maestro a este misionero, uno de los más insignes que han pisado la tierra de Arauco, y el más eminente sabio y gramático de la lengua araucana.
La tres grandes obras de fray Félix de Augusta son: la Gramática Araucana, Lecturas Araucanas y el Diccionario Araucano. Este último salió de la imprenta Universitaria en dos tomos en 1907 y fue su obra maestra en la cual trabajó por 20 años. De ella dice el Dr. Lenz: “una obra tal sólo puede ser producida por un alemán y por un religioso, en una palabra por un padre Félix”. Pero todas ellas son obras valiosas y confiables, en general bien adecuadas a la realidad empírica de la lengua.
Evidentemente a unos misioneros europeos había de costarle bastante acomodarse al pueblo mapuche. Se hacía necesario que alguno de ellos se ocupase de hacer más comprensible a la mente alemana el modo de pensar de los aborígenes. Los estudios lingüísticos hechos por los hermanos Félix Kathan, Sigifredo Schneider, Ernesto Wilhelm y Sebastián Englert tenían esta finalidad. Ellos y otros como fray Esteban y el futuro obispo Guido, lograron gran facilidad para hablar su lengua, incluso fray Donato dejó ensayos gramaticales de valor científico, pero que no alcanzó a publicar. Todos los años se hacía cursos de mapuche a los misioneros, pero los de las estaciones sureñas nunca tenían necesidad de hablarlo, con lo que no lo aprendían, careciendo así del conocimiento suficiente para poder ser trasladados sin más a una estación del norte. El Prefecto se quejaba repetidas veces de esto.
Tras seis años de trabajo fray Félix tuvo lista para la imprenta su Gramática Araucana, que de inmediato fue muy bien recibida por el ambiente científico. El Dr. Rodolfo Lenz araucanista de la Universidad de Chile emitía el siguiente informe: "No puedo admirar bastante el éxito con el cual el autor ha comenzado y terminado su tarea. En su gramática trata todo lo necesario, no sólo con agudeza científica, sino que dándole una forma pedagógica que la hace práctica para todo el que quiera en adelante aprender la lengua primitiva de Chile. No recuerdo hasta hoy haber visto una gramática de una lengua americana tan completa y tan acomodada a las exigencias científicas como la gramática del padre Félix. Yo creo qué, esta obra es una verdadera gloria para Chile." En vista de este informe el Gobierno pagó $ 5.000 como premio, para los gastos de la edición que se completó en 1903.
Con este motivo el Prefecto Burcardo escribía en una Circular: “Para preparar un camino, al Espíritu Santo en el corazón de aquellos que Dios y la Santa Sede han confiado a nuestro cuidado espiritual, es urgentemente necesario que todos los Misioneros sepan hablar el araucano. Para facilitar su aprendizaje os hemos enviado la gramática recién editada del hno. Félix. La Sede Apostólica así lo ordena en varios decretos”. Con esta obra quedó consagrado el hno. Félix a la lengua mapuche; se trasladó a San José y fue en adelante el maestro de la lengua originaria para los nuevos misioneros; pudo también continuar dando a luz una y otra obra utilísimas para ellos. El P. Burcardo ya en 1899 había estado seis semanas con él para aprender ese idioma, y fray Francisco Valdés, primer chileno, luego Obispo, la estudió con él en S. José y escribió: fue para mí una dicha y un honor tener por maestro a este misionero, uno de los más insignes que han pisado la tierra de Arauco, y el más eminente sabio y gramático de la lengua araucana.
La tres grandes obras de fray Félix de Augusta son: la Gramática Araucana, Lecturas Araucanas y el Diccionario Araucano. Este último salió de la imprenta Universitaria en dos tomos en 1907 y fue su obra maestra en la cual trabajó por 20 años. De ella dice el Dr. Lenz: “una obra tal sólo puede ser producida por un alemán y por un religioso, en una palabra por un padre Félix”. Pero todas ellas son obras valiosas y confiables, en general bien adecuadas a la realidad empírica de la lengua.
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