Pobreza extrema azota con fuerza en Temuco

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18 de octubre, 2006

Como muchas parejas del país, Paola Arena Vergara (19) y José Gamaliel Aedo (20) decidieron unir sus destinos para iniciar su proyecto de vida junto a su hijo recién nacido. Ambos jóvenes buscaron un lugar para construir su vivienda y fue así como se instalaron a un costado de la línea férrea que cruza calle General Mackena en Temuco.
Allí han vivido durante los últimos dos años, viendo nacer a dos nuevos integrantes de la familia, y pese a las condiciones de pobreza extrema en que se encuentran, a diario se esfuerzan al máximo para que los recursos alcancen y puedan comprar los alimentos para sus pequeños hijos.
Los jóvenes han debido sobreponerse a situaciones que rayan en lo infrahumano, como en época de invierno, donde las dos piezas que componen su vivienda se inundan por completo, humedeciendo camas y provocando una serie de enfermedades en los más pequeños.
Como dijimos, la pareja día a día se esfuerza por salir de la condición social en que se encuentra y en el marco del día internacional para la erradicación de la pobreza, quisimos conocer su historia, comprobando el tremendo desafío que tiene nuestro país por delante, si se quiere cumplir con la "Declaración del Milenio", acuerdo firmado por nuestro Gobierno y otros 146 países, donde se establece un conjunto de objetivos de desarrollo para ser alcanzados el año 2015, destacando la superación de la pobreza.

REALIDAD
"Llegamos a vivir a este lugar y tenemos que sobrevivir haciendo esfuerzos que no cualquiera aguantaría. Nuestra mayor preocupación son las guaguas, ya que por ser muy pequeñas necesitan pañales y comida especial, la que es muy difícil de conseguir por lo cara, así que muchas veces dejamos de comer nosotros para darle alimentación a ellos", sostuvo Paola, argumentando que por estar criando a los pequeños no puede salir a trabajar, y quien debe generar el sustento diario es su esposo, el cual hace verdaderos "milagros" para llegar a la casa con algo de dinero.
"Antes me daban trabajo en las carnicerías, pero ahora la cosa está muy mala y hay que andar buscando cualquier pega que permita juntar quinientos o mil pesos diarios. Lo otro que estoy haciendo para tener comida es llevar a los perros que tenemos a la Isla Cautín para que cacen conejos. Cuando logran atrapar alguno comemos varios días y el panorama se arregla un poco", explicó José, mientras buscaba más hierba mate para echarle a una taza, lo que acompañado de algo de pan, sería el almuerzo para él y su joven mujer, quien aún amamanta a dos de sus hijos, supliendo de esta manera la carencia de colados y alimentos que son esenciales para los lactantes.
La mayor preocupación para los jóvenes son sus hijos, y es por ello que lo único que desea el jefe de hogar es encontrar lo antes posible algún trabajo estable que le permita tener la tranquilidad necesaria para cumplir con su mayor sueño: poder alimentar correctamente a sus pequeños, en una casa definitiva.
"Ese es nuestro mayor sueño, poder darle a los niños sus cuatro comidas en un lugar donde por lo menos, tengamos una cocina", puntualizó la pareja.

La carencia es permanente
La pobreza extrema en Temuco también se refleja en casos individuales, como en la persona de Luis Alberto Ruiz, de 66 años de edad, que después de trabajar en diversas empresas constructoras, vive gracias a una escuálida pensión de 30 mil pesos mensuales, que sólo le alcanza para comprar lo básico, debiendo salir todas las mañanas desde su vivienda -ubicada en un campamento cercano al radio urbano- para recolectar algo de comida que le regalan en carnicerías y locales comerciales del centro.
comida
" Yo agarro mi carretilla y todos los días, cerca de las 6 de la mañana me voy al centro a pedir algo de comida. Donde más me dan alimentos es en las carnicerías, allí me regalan huesos y despuntes, y gracias a eso tengo para comer gran parte de la semana, no obstante lo paso muy mal, principalmente porque hay días en los que no tengo nada y a esta edad ya comienzan los problemas de salud, lo cual me tiene un poco preocupado, sobre todo por el tema de las medicinas", manifestó Ruiz.
En tanto, una de sus vecinas, María Calfupán, debe sobrevivir bajo las mismas condiciones que muchas de las familias que residen en el campamento que cruza la línea férrea que antiguamente conectaba Temuco con Nueva Imperial.
"Acá vivimos 7 personas, cinco de las cuales son niños, por lo que debemos enfrentar una serie de problemas, que gatillan principalmente por no tener luz ni agua.
Es por ello, que lo que más deseamos es contar con una mediagua que tenga estos servicios", solicitó la mujer.
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